Veo esto claramente reflejado cuando comento con mis pacientes la importancia de incorporar convivencias de calidad que impliquen una interacción plena y consciente, sin distracciones, y les doy como opción los tiempos de comida. La respuesta cotidianamente suele ser, ay Shey pero si apenas tengo tiempo para respirar, no me da tiempo de comer, va comiendo en el auto, acostumbro picar entre comidas, etc.´
Vivimos en una sociedad que incentiva la rapidez, la automatización y la inmediatez, pareciera que ya no queda tiempo para nada que implique enfocar la atención, estar presente, tener una convivencia de calidad.
Y desafortunadamente entiendo que todas estas situaciones son resultado de las demandas laborales actuales, las presiones económicas, etc Sin embargo ¿no valdría la pena, apostarle a la calidad en lugar de la cantidad u hacer el esfuerzo por incorporar dinámicas que contribuyan favorablemente con la construcción del vínculo y la salud mental de nuestros hijos?
Creo firmemente que hecho es mejor que perfecto. y que se toman mejores decisiones con mas y mejor información, en este sentido diversos estudios recientes han confirmado que los momentos compartidos durante las comidas familiares son fundamentales para la salud mental, especialmente para los niños y adolescentes.
Uno de los estudios más reveladores proviene del Journal of Adolescent Health, que revela que los niños que comen regularmente con sus padres tienen menos probabilidades de desarrollar problemas emocionales, como la depresión y la ansiedad. Este tipo de interacción familiar promueve una sensación de seguridad y pertenencia, lo cual reduce el estrés y mejora la resiliencia frente a las dificultades cotidianas.
Pero, ¿por qué comer en familia tiene estos efectos tan positivos? Primero, las comidas en familia ofrecen un espacio seguro y constante para la comunicación. Durante este tiempo, los niños y adolescentes tienen la oportunidad de expresar sus pensamientos, emociones y preocupaciones, mientras que los padres pueden ofrecer apoyo, comprensión y consejos. Este diálogo abierto contribuye a la autoestima y a la salud emocional de los más jóvenes.
En segundo lugar, las cenas familiares proporcionan una oportunidad para fomentar hábitos saludables. Al sentarse juntos a la mesa, las familias pueden disfrutar de una comida balanceada, lo que no solo mejora la salud física, sino que también contribuye a una mentalidad más positiva.
Así que ya lo sabes, comer en familia contribuye con la salud mental de tus hijos.
Tu dime si vale o no la pena darle importancia y buscar hacerse un espacio todos los días.
Has la prueba y cuéntame que cambios notas, estaré feliz de leerte!